Tu sueño eterno (III)


Esta noche estábamos celebrando una fiesta familiar en casa. El ambiente rebosaba alegría, cosa que parecía reservada a estos momentos. Nos habían visitado mis tíos, hermano y hermana de mi madre, y sus respectivos hijos, primos por mi parte. Los más pequeños jugaban por toda la casa, por el jardín, y la parte de atrás, dónde estaba la piscina. Todos tenían ya una edad en la que no era riesgo que anduvieran por esa zona. Todos excepto Bárbara, mi hermana pequeña, pero ella se encontraba en su habitación jugando sola. Bárbara era una niña muy especial y muchas veces prefería estar jugando sola. Los “mayores” hablaban de los típicos temas sin algún interés aparente. De pronto un estruendo sonó y se llevó la luz con él.

Mi tío Rafa intentaba poner calma:
-Venga no es nada, habrá saltado el automático.
-Y si es automático porque no se conecta de nuevo automáticamente, jajaja.
El primo Roberto siempre con sus chistes, la pubertad, la edad del pavo…
-Es hora de que salgan los fantasmas y se lleven a Rocío y Tooooomás…
Por no hablar de Richard que lo terminaba de arreglar todo.

Richard y Roberto, son los dos hijos de mi tío Rafa, las tres “erres” les llamaban. Roberto había heredado la cachonda y guasona personalidad de su padre, mientras que Richard vino de serie con una gran imaginación.
Susana, mi hermana, trajo hacía así, en la oscuridad, al pequeñín Tomás, antes de que lo asustarán de más.
Mi padre, Gabriel,  alumbró con su mechero (siempre llevaba un par encima, un ilustre fumador no puede andarse con problemas a la hora de encender  la llama que calma su adicción), hacía el cuadro de los fusibles, abrió la chirriante tapadera y, ¡voilá!:

-¡Voilá, y se hizo la luz!
-Para los más peques, podéis ver que al igual que la luz de la casa se fue y volvió, no tenéis que temer a la oscuridad, pues siempre llegará el día para que los rayos del sol os iluminen vuestra estancia.
Mi padre, el sabio poeta, era algo que me entusiasmó siempre.

Comprobamos que todos estuviéramos y nadie se había extraviado. Mi madre, Alicia, había ido nada más irse las luces a ver a Bárbara, que estaba sola en la habitación. 

-¿Y bien, estamos todos?
Gritó mi tío Rafa. Y casi hilvanando su grito con la aparición en escena de mi madre Alicia, todo el mundo se asustó al ver su cara que no presagiaba buenas noticias.
-Bárbara no está en su habitación.

La buscamos por toda la casa, por el jardín, bien supo dios que miré la piscina con temor en los ojos. Pensamos si podía haber salido a la calle, pero no fue posible, pues en la terraza habían estado mi tía Sara y mi tío Pedro, hermana y cuñado de mi madre.

Dos horas más tarde todos estábamos en el salón. Reinaba el silencio, solo interesaba oír el teléfono con noticias alentadoras.

-Mamá,  ¿Bárbara estaba en la habitación la última vez que la viste esta tarde?
-Sí.
-¿Y qué estaba haciendo, jugaba con sus juguetes?
-Nooo, estaba durmiendo, estaba muy cansada.
Mire a Susana con cara de preocupación.
-Mamá, Bárbara estuvo jugando casi toda la tarde, yo mismo la vi.
-No no puede ser, estuve sentada en el sofá observándola, primero me miraba con mucha dulzura, hasta que… se durmió profundamente.
-No hay sofá en la habitación de Bárbara, mamá, ¿estás segura de que era esa habitación?, ¿cómo era la habitación?
-Sí, era su habitación, como siempre entraba la luz justa para que el ambiente sea el apropiado para ella, yo mismo sitúo la persiana en la posición correcta, el sofá, un poco incómodo, como todos, está a la derecha a los pies de  su cama. No hay cuadros y en la mesilla guardo todo lo que le hace falta. Las sabanas de su cama huelen tan bien… como si las hubiese lavado yo… a la izquierda hay otra cama pero está vacía… el armario, es extraño, tiene dos partes pero no puedo acceder a la otra…
-Pero, creo que estamos perdiendo el tiempo, ¡tenemos que encontrar a Bárbara!

Aquella mañana desperté, y vi de nuevo el mundo gris. A la izquierda, en mi mesilla, descansaba el retrato de mi hermana Bárbara. Hace 13 años murió, tras varios síncopes, comenzó a sentirse cada vez más débil y  nos dejó. Fue mi madre quien la vio por última vez. Ahora, me despierto de mi sueño, y es cuando más me pregunto, por qué nos dejó de esa extraña forma, para cumplir su sueño eterno.

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario.