Nubecilla

Si mis versos hablaran,
pronunciarían con mi voz,
la más bella nube,
está junto al sol.

Si mis versos oyeran,
en tus oídos oirías,
aunque el sol se vaya hoy,
volverá mañana,
no llores nubecilla…

Si mis versos pudieran ver,
con tus ojos te harían ver el arcoíris,
porque lloraste, lo tienes.

¡Y haré que mis versos soplen,
para que el viento siempre te lleve,
al lado del sol y siempre te ilumine!

Thirteen, a Bipolar Experiece (III)

Pronto empecé a notar que mi percepción visual de la realidad estaba cambiando. El ambiente estaba enrarecido y no era capaz de acomodar la vista. Todo era tan extraño. Estaba angustiado. Todo ese conjunto de sensaciones eran nuevas para mí. Tal hallazgo de todos modos, era muy negativo. Irremediable, también. Salir de allí, imposible, sin ayuda.

Una de las mañanas que iba caminando, por la ciudad, en lugar de estar en clase, vi a lo lejos a Raúl, un compañero de clase. Raúl estaba apoyado sobre la baranda observando hacía abajo, el rio. No se movía. Quizás estaba meditando algo.
- Hola Raúl, ¿qué haces por aquí? Tu tampoco estás en clase.
- El rio está sucio, pero está lleno de vida.
Me dijo.
- Sí, cada vez hacemos menos por el mundo, y a la vez nos acomodamos en él.
- Es bueno reconocer lo que hacemos y no hacemos, pero, ¿no crees que hay que dejarse las plegarias y actuar de una vez? La decisión de uno es la decisión de un millón. La indecisión de un millón hace que uno no actúe.
- Vaya Raúl, no sabía que las clases de Filosofía del profesor López te hubieran afectado tanto. Aunque la verdad, creo que a mí también me han hecho eco. Su modo de explicar Filosofía se acerca más a la metafísica que a la filosofía contemporánea.
- Sí, es un cachondo, ¿te acuerdas de lo de la base 0?
- Ah, sí, la base 0. “Escribe un numero en base 0, pues no lo escribas, ya está escrito!”, jajaja.
- Sí, muy bueno.
- Bueno Jules, ¿por qué has hecho peyas?
- Pues la verdad, no es porque me parezca un rollo la clase, o porque haya salido al bar con los compañeros. Últimamente me encuentro un poco mal. Ya sabes, como me va en la clase…
- Quizás no planteas bien las cosas, debes encajar bien las ideas. Y no pensar demasiado. Dicen que dar vueltas a las cosas trae mala suerte. Si quieres un consejo, haz las cosas de forma intensa e hilvanando una con otra. Es un secreto para evolucionar. Intelectual y físicamente. Pero, recuerda no des demasiadas vueltas a las cosas, o te marearás (será producto de tu mala suerte).
Intensidad, hilvanar, no dar vueltas, no pensar demasiado. Parecían palabras interesantes.
Raúl era unos años mayor que el resto de la clase y yo. Su mirada profunda hacía el rio, me había presagiado un gran encuentro...

El Viaje

Otro día más, abro los ojos y no despierto. Las sábanas me atrapan. Cuando decido por fin poner un pie en el suelo, y abro la persiana escandalosamente, casi siento la ceguera al invadir los rayos del sol mis corneas. El comienzo en el mediodía es poco alentador. Las horas restantes hasta la hora de comer son de poca importancia, no hay nada que hacer. ¿Y quién lo decide? Quién decide mi tristeza, quizás… mi decisión, en último término, me haga víctima y verdugo,  mi lamento y mi jolgorio, distanciados y tan cerca…

Hoy he vuelto a los quehaceres de mi hogar. Alguien se está moviendo, por mi. Me noté más lento de lo normal, y con ello, los recuerdos y comprensión llegaron claros a mi mente. Y sin embargo, siento caer por el abismo de las confusiones. En el último instante debo echar a volar. Pero y de hecho tantas veces así, ¿por qué permitirme caer una y otra vez por el mismo desfiladero? Llena de piedras, enterrada bajo losas está mi mente. Susurrando y tergiversando no es la mejor forma de ayudar. ¿Por qué lo haces? Por temor, por amor, remueves tanto la energía… la agotas.

Hoy los volví a ver, estaban todos allí, se alegraron de verme, por lo visto algunos me habían echado en falta. O eso parecía. Me notaron más débil que de costumbre, pero eso ya no importaba, ahora sólo había que realizar los movimientos adecuados.

Mi avión salía en breve. Ya antes de hecho, sentía encender sus motores. Me visualizaba dentro de él, despegando. Nunca antes había volado. Al menos de esta forma, entre hierros. Sin un destino claro, creo que me sentía bien. Flotaba. Mis sueños se hacían realidad.